Siesta

Entra la luz de diciembre
estrellándose contra la pared.
Este sol tan bajo
llena la habitación
de colores dorados
y de calor de invierno.

Se vuelve cálida
la manta bajo la que dormimos
esta siesta de diciembre.

Algunos rayos caen
suaves, tiernos, dulces,
atravesando las capas de tejido
hasta diluirse en el cuerpo.

Entonces el sol
comienza a correr por las venas
llegando al interior de los huesos
y sentimos llegar el sueño
abriéndose paso,
alejando en un murmullo
los ruidos de la casa.
Ahora, solo este sol nos habita por dentro
llenando de luz todos los sueños.


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