Siesta al sol.

Desde aquí siento a lo lejos el movimiento de los árboles, al perro y a las gallinas. ¡Qué animales estos..! ¿Qué andarán buscando y escarbando todo el santo día?. Son cuatro míseras gallinas y un perro aburrido que duerme y ladra, ladra y duerme.

Me voy adormilando arropada por el sol de este mes de julio. Mi piel se esponja para atrapar cada rayo y así no perder ni una pizca de este calor que me va aletargando. Voy, poco apoco, sumergiéndome en una paz que solo se interrumpe por los ladridos de este animal. ¿Qué necesidad tendrá de saludar a todo el que pasa por la carretera?

Me despierto porque la temperatura ha cambiado, unas nubes grises  han pasado ocultando el sol. Yo que estaba aquí tan bien... y ahora tengo que esperar a que pasen para que el sol vuelva a salir. No me muevo, no quiero perder la postura. Esperaré al sol, a que aparezca y me caliente el lomo y la cabeza.

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