Parir




Bajar a las profundidades del instinto para escuchar las voces de todas las mujeres que me habían precedido. Conexión total con la parte más primitiva, animal y oculta. Dolores que llegaban, olas de electicidad y de energía que dejaban anulada la razón. El instinto tomaba el mando. La sabiduría, de todas las generaciónes que aguardaba en cada celula, nadaba libre entre las olas que iban y venian con su cadencia exacta en una tempestad de cuerpo. Rugidos que brotaban de un universo en medio del pecho, alianza completa con la vida en estado puro, con la humanidad, con las mujeres que parieron hasta traerme aquí.
Solo la esperanza de veros la cara, de oler vuestros cuerpos, de tocar vuestra piel me mantenía en pie, consciente, digna y plena. En aquellos momentos supe que esa fuerza, ese valor, esa enegía poderosa de la vida jamás me iba a abandonar.
Y aquí sigo, muchos años después, sintiendo que llevo un volcán por dentro.

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