Desde mi silencio



 Dudo y dudo mucho,
veo la realidad desde distintos ángulos
y todos tienen su parte de acierto.

Calzo mis zapatos
y los de los otros... y camino.
Experimento mis pies
y los de otros sobre el asfalto.
Entiendo mi razón y mi verdad
pero también otras muchas.
Por eso muchas veces
mantengo  silencio.
No puedo ser vehemente ni firme.
No quiero convencer ni argumentar
porque no me siento en la cumbre
de la certeza abanderando la verdad.
Una verdad con tantas aristas, 
con tantos tonos,
con tantos colores,
que no la abarco, 
ni pretendo hacerlo.


No soporto que me habléis
desde vuestra
atalaya de superioridad moral
en la que os colocáis preparados y armados
con  mil argumentos,
con la convicción total en cada frase,
rotundidad en cada expresión,
firmeza en el tono, 
rebosantes de datos...
¡No soporto que me deis lecciones
ni que prejuzguéis mi silencio!

¿Qué sabréis de el?
¿Qué sabréis...?
No tenéis ni idea,
ni la más remota idea.

Quedad ahí encaramados,
que yo seguiré observándoos en silencio.

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