Julio desde la ventana

 

 


Ya es de día y el faro brilla en la distancia con su cadencia precisa. Van, poco a poco, apagándose todas las luces de los pueblos de alrededor, solo queda el cartel de la gasolinera resistiendo, en nada también se apagará.

El mar gris va llegando a la orilla en forma de olas lentas que parecen cansadas, no tienen prisa en este momento del día o del final de la noche. No sé muy bien concretar.

Los que pasean  perros, también pasan despacio. Aún están despertando, se aprecia que aún tienen parte del cuerpo entre las sábanas. Los perros van vivos, ágiles. Algún corredor avanza a trote lento sacudiéndose la pereza inicial que en nada se convertirá en un torrente de plenitud y disfrute empujado por infinidad de endorfinas.

Pasan gaviotas chillando, rompen la calma gris y verde, también las observo sobre un tejado que van dejando blanco en los puntos donde les gusta posarse. Son animales que observan el entorno, pacíficos hasta que otra compañera se acerca, entonces se desencadena la tormenta y el instinto agresivo, egoísta y guerrero cae en forma de picotazos hasta echar a la que ha tenido el valor de aterrizar en el mismo tejado. Todo el sentimiento romántico respecto a las gaviotas, esa idealización que manejamos los que somos de tierra adentro, cae por el suelo. Me resisto a compararlas con las palomas urbanas pero se les van pareciendo a medida que las observo y conozco.

No veo pasar el camión de la basura, lo oigo. Descarga cada contenedor con estruendo y continúa su ruta. Escucho hablar a unos obreros, tampoco les veo pero rascan la acera con un metal que supongo está haciendo las delicias de quienes aún duermen. 

Entra la brisa por la ventana, los pies se enfrían y buscan la manta del sofá. ¿Dónde está la canícula que se supone estamos pasando? Esto es el Cantábrico, es verdad.

Cuatro barcas están pescando, una es roja, otra verde y otras dos parecen blancas. Debe de ser muy agradable, y mareante también, estar allí a estas horas. No sé yo si con ese movimiento podría apreciar el momento, mas bien creo que el entorno se apaga en medio del malestar.

Todos los perros que pasan hacen parar a los dueños en los mismos lugares, olfatean y me pregunto por esas señales misteriosas que cada uno va dejando para el siguiente. ¿Qué se dirán?. Son mensajes perrunos ocultos para la mente humana y los supongo llenos de sentido porque todos paran en los mismos lugares. 

Siento el murmullo del mar cuando deja de centrifugar la lavadora. Lo mundano se mezcla con lo mágico y no altera el momento.

Comentarios

  1. Que bien describes ese momento de contemplación. ¡Qué despiertos y agudos tus ojos y tus oidos! Me has llevado a ese momento.

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  2. Precioso 😍 tan poético como siempre. Descubriendo el lado mágico y bello de lo cotidiano.
    Un abrazo, compañera

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  3. Si todos descubriésemos el deleite y la magia de lo cotidiano...otru gallu cantaría😍. Gracies Rosa.

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  4. Me impresiona como haces que las palabras bailen una melodía de sentimientos

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