Finales


El aire quedó temblando después del sonoro portazo. Retumbaron las paredes y el tiempo, durante unos segundos, permaneció congelado. Solamente la intensidad de unos pasos firmes que comenzaron a avanzar por el pasillo rompieron el momento. En su cabeza una frase se reiteraba como un mantra con cada pisada "ahí te quedas, ahí te quedas, ahí te quedas". Del otro lado de la puerta cerrada estaba él de pie sobre la alfombra, con la mirada fija en la puerta y en la cabeza un latido que repetía "no entiendo nada, no entiendo nada, no entiendo nada".

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